La promesa del largo plazo

Supongamos que tras un breve estudio de las leyes de probabilidad, decidimos realizar un experimento para poner a prueba lo recién aprendido. Tomamos un dado y antes de hacer nuestras pruebas, calculamos las probabilidades de que nos salga cada uno de los 6 números en las caras de un dado, siendo cada una 1/6. Acto seguido, realizamos 6 lanzamientos: para nuestra sorpresa, no cayó cada número 1 vez dentro de nuestro experimento. Nos sentimos robados; lo aprendido tenía todo el sentido del mundo, pero vemos que no tiene ninguna relación con lo que pasa en el mundo real.

El problema es que no entendimos lo que significaban realmente las leyes de probabilidad: siguiendo con el ejemplo del dado, dichas leyes no dictan que cada 6 tiros nos saldrá un 1, un 2, un 3, etc. Lo que estas leyes en realidad implican es que tras un gran número de repeticiones, en promedio, por cada 6 tiros tenderá a haber un 1, un 2, un 3, etc.

Conjunto de un dado blanco de tres dimensiones | Vector Premium

Esta confusión se presenta muy frecuentemente en nuestra vida diaria, parece que en la vida cotidiana pasamos por alto por completo la estructura y el funcionamiento real del mundo. Incluso si nuestros esfuerzos están en el camino correcto y hemos hecho toda nuestra parte, debemos comprender que esperar un resultado inmediato a todo lo que hacemos es esperar algo tan improbable como que tras 6 tiros de un dado nos salga exactamente un 1, un 2, un 3, y así hasta el 6. Es posible, sí, pero en realidad es muy poco probable. La clave aquí tiene que ver con el gran número de repeticiones, pues en probabilidad y estadística es fundamental que se repita un gran número de veces el experimento o que la muestra que estamos tomando tenga un tamaño significativo, y es de hecho entre mayor sea la muestra y mayor el número de repeticiones que mejores conclusiones podremos sacar de dicha información, con menor probabilidad de error.

Poniéndolo en palabras de nuestro mundo cotidiano, la valiosa conclusión es al siguiente: el resultado está en el largo plazo, el éxito de un día para otro es posible, pero bastante improbable. De hecho es justo por eso que las historias de éxito estelar en un muy corto plazo atraen tanto nuestra atención y la de los medios: porque no es la regla, son acontecimientos poco probables y no se repiten mucho en consecuencia. Pero lo alentador es que el éxito en realidad sí es alcanzable y que entendamos cómo llegar nos permitirá seguir haciendo lo que nos llevará a él. El éxito está en la consistencia en seguir los principios que sabemos que nos llevarán a él (sean los que fueren para el objetivo que tenemos, ya sea comer bien y hacer ejercicio para bajar de peso, o ahorrar e invertir para nuestro retiro, o trabajar y capacitarnos para avanzar nuestra carrera, etcétera) en un gran número de repeticiones, a lo largo de un periodo extendido de tiempo. Entonces, por la ley misma de los grandes números, el éxito será nuestro. La gran ventaja y la gran promesa implícita en ésta es que el que sigamos estos principios transforma nuestra posibilidad de éxito en, para fines prácticos, una certeza.

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